Durante
el s.XII los temas de discusión más frecuentes serán acerca de los
universales, se trata de resolver el problema planteado por Porfirio
en su introducción a las categorías de Aristóteles. En los ss. XI
y XII se dan dos respuestas por parte de realistas y nominalistas. El
realismo afirma la existencia de los universales fuera de la mente, y
los nominalistas niegan tal existencia; la realidad serían los
particulares, y los universales son meros nombres (nomen). Los
realistas se inclinan hacia Platón, y los nominalistas hacia
Aristóteles.
La
postura de los primeros realistas era exagerada, ingenua, manteniendo
que el único camino para salvar la objetividad del conocimiento es
mantener una correspondencia exacta entre pensamiento y realidad. Los
universales son la esencia de las cosas (pura accidentalidad).
Los
nominalistas sostienen que lo real son los individuos, y el universal
es sólo un signo de la cosa que ocupa el lugar de ella.
ROSCELINO
La
figura más importante dentro del nominalismo es Roscelino, que vive
en la segunda mitad del s.XI. Lo poco que conocemos de su obra nos
llega fundamentalmente a través de sus discípulos y contrincantes.
Para
Roscelino, los universales no son más que voces o soplos o emisiones
de voz (flatus vocis). Las cosas son los individuos; la especie
hombre no es real, no tiene existencia porque distintos hombres no
pueden formar un hombre en especie.
Para
Roscelino, si se cree a Abelardo, las partes de un todo no tienen
existencia real, sólo existe con propiedad el todo. Está teoría le
traerá problemas cuando vaya a aplicarla a la teología, ya que
cuando la aplica al dogma trinitario le obliga a dar más
importancia a las tres personas que a la esencia. Es mejor hablar de
tres sustancias idénticas en cuanto al poder, sabiduría,…, pero
tres sustancias.
San
Anselmo se acusa de herejía por la práctica del nominalismo, y dice
que si Roscelino es incapaz de comprender que varios hombres forman
uno solo en especie ¿cómo comprenderá que tres personas divinas
forman un solo Dios?
Roscelino
es condenado en 1192 y es obligado a retractarse, pero al seguir fue
perseguido y finalmente condenado en 1194 muriendo en 1200.
GUILLERMO
DE CHAMPEAUX
Es
uno de los primeros realistas, nace en 1070 y muere en 112, enseñó
en la escuela catedralicia de París hasta que la abandona en 1108
para ir a la escuela de San Víctor.
Llega
a afirmar que el género universal, sólo él, tiene existencia real;
los particulares no existen, sino que son accidentales. Dice que la
humanidad seguiría existiendo aún cuando no existiera ni un solo
hombre.
En
dialéctica defiende dos teorías diferentes: la primera la defiende
en París, y la segunda tras el abandono. Su segunda teoría no
significa un abandono total del realismo, sino que es una especie de
conceptualismo.
Defendió
que el género es idéntico de un modo esencial en todos los
individuos, que no difieren por su esencia, sino por sus accidentes.
Las críticas le hicieron reconocer que el género es real, pero
individual, no universal; por tanto la identidad de los individuos de
un mismo género no viene dada por la esencia, sino por ciertos
elementos que vuelven a encontrarse en estos individuos sin ninguna
diferencia. Los universales son una existencia basada en la no
diferencia, y los particulares se basan en la diferencia.
Lo
que no cambia es la esencia (por ejemplo la mortalidad humana), por
tanto el universal se multiplica y divide al formar los concretos, y
renuncia a considerar el universal como algo en sí. Ahora el
universal es “In re”, incorporado a la misma cosa, hay que
admitir la realidad de los individuos, ya que en ellos está la
esencia del universal aunque individualizada.
- PEDRO ABELARDO (1079-1142)
Es
un filósofo y su labor será fundamental para la universidad de
París, y viaja por los focos culturales más importantes. Es
discípulo de Roscelino y Guillermo de Champeaux, al que critica y se
enfrenta. Defiende una postura nominalista muy fundamentada; hace una
especie de inventario de cada una de las posturas y las critica.
¿Son
los universales una cosa o son palabras?
- Según el realismo exagerado existe una esencia idéntica en todas las cosas, que sólo se
diferencian
por la forma, y esta esencia es material. El universal, la esencia es
absolutamente indivisible, entonces no hay diferencias y hay que
rechazarlo.
- Otra crítica al realismo es que los accidentes no los crea la esencia, son anteriores al individuo y
éste
no puede ser sujeto de tales accidentes puesto que existen antes, por
lo tanto podemos decir que no hay accidentes.
Abelardo
dice que el realismo se modifica: los individuos son personas
diferentes en sus esencia distinguiéndose por ésta y por su forma,
aunque siguen defendiendo la idea de un universal planteado como una
cosa; así, los hombres singulares son unos diferentes de otros pero
con algo idéntico en cuanto a su ser hombre, en cuanto a la
humanidad.
Para
algunos, esa cosa universal es una especie de conjunto (collectio),
un universal es un predicado y esta colección se predica por partes
o toda entera.
Difícil
distinguir entre Sócrates como Sócrates y Sócrates como hombre,
que se diferencian por la predicación. Puesto que todos los hombres
son distintos no se puede hacer coincidir un hombre con otro; se dice
que coinciden no en que sean idénticos, sino que no difieren.
En
el fondo, el universal no puede ser definido como una cosa porque
¿qué cosa es?. El universal debe ser definido como el predicado de
una cosa, no como una cosa.
El
universal es una palabra, un nombre, pero predicable de varias; por
ejemplo, podemos hablar de un universal como especie, género, etc.
Estamos en el dominio de la lógica y la gramática aunque no debemos
restringirnos a estos dominios porque “el hombre es una piedra”
es correcto gramaticalmente y es falso. El universal también debe
ser estudiado desde un punto de vista dialéctico. Los universales no
son una esencia separada de las cosas.
Ese
elemento es la manera de ser propia de cada cosa. Así, no se puede
confundir “hombre” con “ser hombre”, nada con ser algo. Así,
Sócrates y Platón coinciden no en la humanidad, sino en ser hombre;
coinciden en un mismo estado que es una naturaleza, una situación.
¿Cómo
se extraen los universales de estos seres individuales? Para
Abelardo, por medio de la abstracción, se recogen los rasgos comunes
a los seres individuales.
Abelardo
mantiene una teoría del conocimiento de corte empirista:
- Sensación: ligada al objeto, tiene que ver directamente con el objeto.
- Imaginación: percepción de una cosa ausente, recuerdo o actividad del espíritu sobre una cosa percibida en ese momento.
- Intelección: conocimiento propiamente tradicional, considerar racionalmente la naturaleza de las cosas.
La
sensación está atada a los cuerpos, y la intelección no necesita
de esa relación directa con lo material, se basa en una especie de
copia de la cosa que el espíritu mismo produce y sobre la que dirige
la actividad de su razón.
Tenemos
órganos sensoriales, y con ellos percibimos cosas concretas. En
nosotros se forma una imagen de cada objeto y ésta perdura
independientemente del objeto que la ha producido. Tampoco el
concepto es idéntico a la cosa comprendida. El intelecto como
actividad del alma apunta hacia una imagen de la realidad; conocer
significa distinguir las cosas. El concepto no se obtiene
directamente de las cosas mismas, y ocupa un lugar intermedio entre
el sujeto y el objeto.
El
concepto generado por un término individual concreto aprende la
figura exclusiva, única de un individuo.
El
concepto que hace referencia a una pluralidad de cosas es vago,
impreciso, y trata de aprehender lo que de común tienen una
pluralidad de objetos. Este concepto general no tiene nada concreto
que le corresponda en la realidad, no es otra cosa que un resumen de
semejanzas que el hombre ha realizado en su entendimiento por medio
de la abstracción.
Este
concepto es relativamente independiente, el universal genérico no es
más que un nombre confuso que el entendimiento ha construido
extrayéndolo de una pluralidad de individuos de la misma naturaleza.
Si suscribimos todos los rasgos accidentales de un hombre, puede
determinarse su esencia, y a partir de ahí constituir el concepto
hombre.
En
este sentido se ha objetado a la tesis abelardiana que tal
abstracción no es más que una deformación de las cosas, porque las
cosas son materia y forma, ambas.
Abelardo
insiste en que si bien la manera de existir es diferente de la manera
de ser entendido, no hay falseación. Contempla la esencia al margen
de los accidentes, pero no como un elemento separado, sino como algo
que convive con los accidentes.
Así,
el concepto común tiene unas características que cuando uno hace
referencia al mismo hay tal vaguedad que nadie piensa en un hombre
concreto. La confusión no es debida a que en la mente del individuo
vayan pasando confusamente los objetos uno tras otro, sino que la
confusión está en la naturaleza misma del concepto. Así, una
imagen confusa es un concepto de significación confuso, (concepto
que el entendimiento no produce a partir de un solo individuo), los
conceptos comunes denotan siempre cosas particulares.
Sólo
es posible tener conocimiento auténtico de los seres particulares.
En lo general está la vaguedad, son sólo opiniones y no
conocimiento. Sólo Dios puede conocer los universales, que no son
más que el sentido, significado de los nombres.
Los
géneros y especies sólo existen en el entendimiento, pero
significan cosas reales; se refieren a cosas particulares designadas
por los términos particulares. Los términos generales hacen
referencia a los términos particulares, con lo que no hay más
realidad en “Sócrates” que en “hombre”, de hecho hay casi
más realidad en “Sócrates” que en “hombre”.
Los
universales son corpóreos porque tienen la naturaleza de las cosas
pronunciadas. El universal es incorpóreo si nos fijamos en su
actitud de significar individuos semejantes. Las palabras son
cuerpos, pero su actitud de significado no lo es.
Incorpóreos: - Dios, alma,
ángeles (nada que ver con lo sensible)
- Formas de los
cuerpos.
Si
designan formas de los cuerpos subsisten en las cosas sensibles; si
designan Dios, alma o ángeles están más allá de lo sensible, así
que aunque no existan individuos a los que denota el universal, la
significación sigue siendo verdadera.
Teología
Da
más importancia a la razón; resalta la necesidad de todo cristiano
de entender todo lo que cree, hay que practicar la dialéctica, que
al ser un don de Dios debe ser puesto a su servicio.
Cristo
es el Verbo divino, y en griego verbo es , palabra de
la que proviene el término “lógica” como de Cristo,
cristianismo. Practicar la lógica es apelar a Cristo.
“No
se puede creer aquello que no se entiende”: es necesario apelar a
la racionalidad de la Verdad revelada, ya que si no se pudiera
discutir sobre lo que puede y no puede creerse no podríamos
distinguir la verdad de la filosofía. No se cree en una verdad
porque Dios lo haya dicho, sino que porque tal cosa se nos presenta
como verdadera podemos atribuirla a Dios.
Como
consecuencia, borra la distinción entre filósofos cristianos y
paganos; todo pensador realiza una actividad valiosa, todo pensador
produce verdades en algún modo. Abelardo intenta mostrar el acuerdo
sustancial que existe entre filosofía pagana y cristiana.
Para
Platón y los neoplatónicos, la inteligencia divina es Dios, se ha
derivado o generado de Dios, es coeterno con él. Para Platón, el
alma del mundo sería la tercera persona que es el primer
vivificador. Todo lo que ocurre en el mundo ocurre necesariamente, el
problema es que presenta el alma del mundo y “al” nous como algo
creado.
Para
Abelardo, hay que reconocer la importancia de la labor de paganos,
judíos. Su vida en nada discrepa de la de los cristianos, ya que la
vida de los filósofos representa la perfección evangélica. Es
necesario respetar a los filósofos no cristianos si realmente amamos
a Cristo, porque la actividad filosófica es la más noble que
podemos dedicar a Cristo.
La
Santísima Trinidad es vista como una unidad con tres atributos:
- Padre: poder, potencia, omnipotencia.
- Hijo: sabiduría infinita.
- Espíritu Santo: caridad, bondad.
Dios
quiere lo mejor para todos, estos tres atributos garantizan la
perfección divina. Se aprecia cómo estos atributos están
relacionados, cada uno presupone los demás. El Espíritu Santo
procede del Padre, pero no está hecho de la misma sustancia. Las
tres personas son insustituibles.
No
se plantea Abelardo en qué consiste el dogma trinitario, sino que
trata de explicar el mundo a partir de Dios, es un argumento más
cosmológico que teológico.
La
Naturaleza de Dios y Ética
Está
fuera de las cosas; lo que no es sustancia es accidente, y Dios tiene
que ser sustancia, pero lo propio de la sustancia es permanecer
idéntica en esencia. En Dios no hay nada accidental y más que como
sustancia es considerable más bien como esencia. Se puede hablar de
él mediante símiles, alegorías, pero la primera persona es la
fundamental.
Contempla
la relación Dios-mundo desde el dogma trinitario. Subraya la
omnipotencia de Dios, que no pudo haber hecho nada distinto a lo que
hizo, pero esto no restringe su libertad porque Dios sólo quiere
hacer el bien (sin omitir ningún bien), por lo tanto el mundo tuvo
que haber sido hecho por Dios tal y como está hecho.
Posibilidad
y voluntad coinciden en Dios, que es inteligencia infinita, es la
presciencia, lo conoce todo y predestina las almas que él crea.
¿Niega esto la libertad humana? No, el hombre es libre.
La
ética abelardiana es original porque se basa en la intención, en la
voluntad, y no en los resultados de las acciones. Dios es un ser
infinitamente libre, y el hombre tiene capacidad de pecar, de hacer
el bien o el mal. Así, frente a la debilidad del hombre, Dios
aparece como un ser majestuoso.
La
capacidad que tiene el hombre para pecar es un bien porque finalmente
se redime por Cristo y el Espíritu Santo.
El
alma está presente en todas las partes del cuerpo, es el principio
vivificador. Está hecha a imagen y semejanza divina, posee tres
atributos imágenes de la trinidad:
- Lo que en el alma es Sustancia: Padre
- Lo que en el alma es Inteligencia: Hijo
- Lo que en el alma es Principio Vivificador: Espíritu Santo
El
alma goza de libertad, puede decidir lo que debe y no debe hacer, y
el hombre puede llevar a cabo aquello que se ha propuesto (al menos
en algunas acciones). Cuando el hombre se aleja del bien, no es por
coacción de algo externo, porque ese alejamiento no tiene que ver
con lo que se hace, sino con lo que se desea.
En
su ética, Abelardo distingue:
- Vicio y Pecado
- Pecado y Mala acción
- El vicio es inclinación natural del hombre, toda alma humana tiene capacidad para hacer el mal.
- El pecado es el consentimiento del alma humana a esa inclinación natural del hombre, es un desprecio a Dios, es algo negativo, una ausencia, una privación. El alma humana consiente del mal.
- La mala acción puede realizarse incluso sin el consentimiento del sujeto de acción. Hay acciones que escapan a la voluntad, por lo que no son pecado.
Es
necesario que haya fuerzas negativas para que el hombre luche y
demuestre su voluntad. Abelardo insiste en la intención; la acción
pecaminosa no añade nada al pecado, no importa lo que hagamos, sino
que lo que importa es el propósito con el que lo hacemos.
Dios
es el auténtico ser y el único capaz de emitir juicios justos, ya
que él es la auténtica justicia. ¿Qué pasa con el pecado
original? Para Abelardo, sólo pecó Adán, pero el castigo nos
afecta a todos, que no pecamos pero pagamos las consecuencias.
Quienes
no conocen a Dios por ignorancia (o porque nacieron antes) no son
culpables de pecado porque Dios no predicó en todos los sitios.
Quien no conoce el Evangelio no comete falta alguna, pero se
condenan, y también quienes conocen el Evangelio y lo incumplen.
Esto parece una contradicción; quien no conoce a Cristo no el
Evangelio, los paganos, se condenan, pero se supone que Dios tiene
sus razones.
El
pensamiento abelardiano tendrá mucha influencia en la escolástica.
A
finales del s.XII hay un renacimiento cultural; las escuelas
monacales van decayendo mientras que las escuelas catedralicias
cobran importancia anunciando ya lo que serán las universidades.
Se
valora enormemente la cultura urbana y las escuelas del campo, ya que
éste facilita una vivencia mística más plena con Dios. Las
escuelas San Víctor y Chartres tienen muchísima importancia, aunque
decaen en el s.XIII.
En
Chartres se da especial importancia a la cosmología y se recogen
ideas de Abelardo. Se estudia a Aristóteles y Platón, aunque por
otras fuentes como Boecio; y el Timeo. También ejerció influencia
San Agustín y la obra de Cicerón, Quintillano, Salustio, Ovidio,
Virgilio, etc.
Se
interesaban por la lógica y su visión de la realidad era
jerarquizada en formas, de las que tanto las superiores como las
inferiores debían de ser aprendidas mediante la abstracción.
Dios
es la forma pura. Se confía en la racionalidad de lo real,
racionalidad a la que se accede por la fe.
Abelardo
identificaba el alma del mundo con el Espíritu Santo, lo cual fue
seguido en Chartres identificando el alma del mundo con la
naturaleza, así ésta se convierte en una fuerza vivificadora del
mundo. Esto anima a que se realicen estudios de la naturaleza desde
ella misma, pero estos estudios tendrán escaso valor.
A
partir de la escuela de Chartres, los estudios sobre naturaleza y el
hombre empiezan a tener importancia.
En
la escuela San Víctor resurge la mística fomentando precisamente a
San Víctor. Es un camino para elevarse a Dios, pero con ella no va a
obtener el hombre el conocimiento perfecto de Dios. Esta escuela
trata de coordinar fe y razón, teología y mística.
Bernardo
de Clarabal estaba en contra de los desarrollos escolásticos porque
decía que la dialéctica conduce a la herejía. Para él, lo propio
de un cristiano es el desarrollo de la experiencia mística.
Hugo
de San Víctor es otro hombre importante dentro de esta escuela.
Trata de fundir la vía mística y la racional; la ciencia profana
incluso puede servir a la teología. En lógica sigue a Abelardo, y
clasifica las ciencias:
- Lógica: Gramática /Arte de la discusión
- Ciencia Teorética: Teología / Matemáticas / Física
- Ciencia Práctica: Ética / Economía / Política
- Mecánica: Comercio / Armería
El
conocimiento mejor que podemos tener de Dios es por vía mística.
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