Nació
en 1033 y murió en 1109, era piamontés pero no limitó su vida al
país de origen, sino que enseña en Francia e Inglaterra. Se
traslada a Beq, en Normandía, atraído por la fama de un realista, y
allí es nombrado abad de Beq, hasta que a la muerte de su maestro es
nombrado obispo de Canterbury.
Su
obra no es muy extensa: Monologium y Postlogium, y con él nos
encontramos con los primeros textos que podemos considerar
escolásticos. Elabora una escolástica platónica-agustiniana que
chocará con Santo Tomás.
San
Anselmo parte de la fe y sus teorías no están destinadas a
sustentar la fe, sino que se apoyan en ella. Sostiene el “Creo para
comprender” de San Agustín, y no a la inversa.
Distingue
entre una fe viva, que se funda en una especie de amor, que es el que
permite que el hombre alejado de la faz de Dios por el pecado se
acerque a él. Quiere que Dios se muestre en la luz, y esto es
entender, comprender (buscar a Dios en la luz).
Si
en hombre no creyera no podría entender nada porque ha perdido esa
capacidad por el pecado original. Por medio de la fe llegamos a la
inteligencia; la fe es el punto de partida, pero no basta ella sola,
sino que el ser humano tiene la obligación de desarrollar el
conocimiento. El cristiano tiene la obligación de comprender aquello
que cree, y es una enorme negligencia del cristiano no intentar
entender lo que cree. A partir de la fe ordinaria, se llega al
auténtico conocimiento.
Pruebas
de la Existencia de Dios
Las
desarrolla en el “Monologium” y en el “Postlogium”. En aquél,
que es la introducción al segundo, desarrolla tres pruebas:
- Del sumo bien
- Del sumo ser
- Del sumo grado
En
el cap.I del “Monologium” aplica su argumentación a la bondad y
en el cap.II a la grandeza.
La
grandeza es una cualidad parecida a la sabiduría. Parte de los
sujetos de la experiencia, con lo que la prueba procede de la
observación empírica, y toma como argumento fundamental la
graduación que cree encontrar en los objetos que gozan de estas
cualidades (bondad y grandeza).
Es
una prueba por participación y tenemos que concluir que lo único
que nos permite hablar de que algo es más o menos bueno o grande
es la existencia de un modelo objetivo. Esto es lo que desarrolla en
el cap.III, donde habla de los grados del ser.
Del
ser dice que todo lo que existe existe por algo, porque sería
absurdo decir que existe algo por nada, así que todo lo que existe
existe por algo, y esto significa:
- Que una cosa existe por otra: “x” por “y” e “y” por “x”. (esto es absurdo y hay que descartarlo)
- Que cada una de ellas existe por sí misma
- Que hay una causa de existencia
O
bien todo lo que existe existe por una causa, o hay una pluralidad de
causas existentes. Si admitimos esto último y concluimos que son
incausadas, tenemos que admitir también que hay una forma de ser en
sí mismo de la cual participan todas las demás. No puede sino haber
un ser último autoexistente, el mejor y más alto de todos.
Los
grados de perfección que encontramos en la naturaleza nos conducen
inexorablemente hacia Dios. Para admitir que hay unos seres
superiores a otros podemos mantener una gradación hasta el infinito,
o bien suponer que hay un tope. Aquello es absurdo, por lo que
debemos concluir esto último; hay una naturaleza superior a todas y
no inferior a ninguna.
Vuelve
a introducir un elemento platónico; si existen varias ideas hay que
suponer que son iguales y que lo que tienen en común es su esencia.
Pero si tuvieran algo en común no sería su esencia, sino un ser
superior que es Dios. Si lo que tienen en común les permite ser
perfectas, esto es algo eterno, y hay que concluir que un ser
superior se lo da: Dios. Cada idea es la causa inmanente que
determina los seres individuales, y nos remiten siempre a una única
idea: Dios.
Argumento
Ontológico
San
Anselmo cree encontrar una prueba irrevocable de la existencia de
Dios y la desarrolla en el “Postlogium”. Parte de una tesis
original tomando una definición de Dios al margen de la dogmática
cristiana: “Aquello por encima de lo cual nada puede ser pensado”.
Dice
que según los Salmos, el necio dijo que no había Dios; si el necio
oye esta definición de Dios lo entiende porque la tiene en su
entendimiento al margen de que existe también a parte del
entendimiento. Se debe admitir que existe a parte del entendimiento
porque si no habría que concluir que sí existe otro ser por encima
del cual nada puede ser pensado, a saber, el que existe en la
realidad. Repite una serie de argumentos:
Si
puede pensarse la inexistencia de un ser mayor del cual nada puede
pensarse, no sería realmente mayor que aquél ser mayor del cual
nada puede pensarse. Esto sería una contradicción. Se discute sobre
si es una sola prueba o son varias, pero hay que concluir que Dios
existe.
San
Anselmo distingue varios modos de decir o pensar:
- La que hace referencia al significado de la cosa.
- El modo auténtico de pensar que hace referencia a la esencia de la cosa.
No
se piensa de la misma manera cuando se piensa exclusivamente una cosa
entendida como palabra que significa que cuando se comprende
totalmente su esencia. El necio piensa sólo en la palabra.Cuando se
piensa del primer modo es posible decir que Dios no existe, pero del
segundo modo hay que admitir la existencia de Dios. Por tanto, aquél
que entiende en su esencia la definición de Dios, tiene también que
creer en su existencia.
- La crítica de Gaunilon es que San Anselmo salta del orden lógico al ontológico, aunque éste
responde
distinguiendo distintos órdenes. Gaunilon dice que la idea que
tenemos de una cosa no es suficiente para garantizar la existencia de
esa cosa, afirma que porque Dios es distinto también podemos
concebir la existencia de unas Islas Afortunadas, y esto no implica
su existencia real como tales.
San
Anselmo responde que el paso de la idea a la realidad no es posible
ni necesario más que cuando se trata de Dios. Dios contemplado en su
esencia no puede concebirse como inexistente porque en su esencia
está su existencia, y esto no ocurre con las Islas Afortunadas. Esto
se debe a que a San Anselmo esto le viene por la fe, y sólo ocurre
con Dios; este paso queda probado en tanto que se trata de la esencia
por excelencia: Dios.
- Santo Tomás criticará el argumento ontológico, aunque sin destruirlo totalmente. Viene a decir
que
la existencia de Dios es algo evidente para sí mismo, pero no para
nosotros. Para demostrar su existencia sólo se puede partir de
pruebas a posteriori: nosotros no sabemos en qué consiste la esencia
de Dios, por lo tanto el pensar que si Dios no existiera en la
actualidad no sería aquél ser por encima del cual nada puede ser
pensado es defendible en un plano ideal, pero no real.
- Duns Scoto acepta la prueba anselniana, pero la modifica:
- Lo que existe es más cognoscible que lo que no existe.
- Lo que no existe en sí mismo o en algo más noble al que añade algo, no puede ser influido.
- Lo influible es más perfectamente conocido que lo no influible.
- El ser más perfecto que existe tiene que existir.
Dios
existe porque no puede estar influido por nada, porque lo que
conocemos perfectamente es influible.
- Un siglo más tarde, Guillermo de Ockam criticará radicalmente estas posturas, ya que para él el
nombre
de Dios puede describirse de dos modos:
- Dios es aquél ser más noble y perfecto que cualquier otra cosa distinta de él.
- Dios es aquél ser más noble y perfecto más de lo cual no hay nada.
Si
aceptamos la primera definición, puede existir más de un Dios. La
proposición Dios existe no es evidente por sí misma (por ejemplo
para el ateo), sólo lo es para el que tiene fe.
Si
nos atenemos a la segunda, no se garantiza la unicidad de Dios ni
podemos probar con evidencia la proposición “la unicidad de Dios”.
Que
hay Dios y que es como nosotros creemos que es, es algo a lo que
llegamos por la fe, no por la razón.
- Descartes insiste en que en la experiencia nos encontramos la idea de infinitud, pero esta idea no
puede
venir de lo finito, por lo que Dios nos la ha puesto.
- Leibniz corrige la prueba y afirma que no basta con pasar de la idea de ser perfecto e infinito a
la
realidad, sino que hay que demostrar la posibilidad que, al estar
demostrada, evidencia la realidad de Dios.
- Los filósofos empiristas afirman que Dios escapa a nuestro conocimiento. Se puede rechazar o
probar
la prueba dependiendo del tipo de ontología que se tenga, pero de
Dios no se puede hablar.
- Kant hace una crítica a la prueba ontológica, ya que considera que no prueba nada. Para Kant,
“ser”
no es un predicado real, no es el concepto de una cosa, sino que es
la posición de una cosa. Es una cópula, no un concepto.
Un
ejemplo es: “Dios es todopoderoso”. Podemos tomar Dios en sí
mismo como sujeto con todos los predicados y decir “Dios es”,
pero aunque hagamos esto no estamos añadiendo nada al concepto de
Dios. El sujeto y el predicado expresan la misma cosa, y porque yo
conciba esta cosa mediante la expresión es, no estoy legitimado para
concluir la existencia de Dios.
Para
Kant, lo real no contiene más notas que lo posible que lo pensado;
por tanto el hecho de ser no puede ser entendido como un predicado
absoluto. Con esto transforma el sentido de la prueba anselniana;
esta crítica invalida la prueba anselniana.
El
pertenecer la existencia a la perfección no es suficiente para
concluir que esa cosa existe.
- Brentano afirma que San Anselmo da por bueno desde el principio aquello que quiere
demostrar.
San Anselmo piensa que no se puede negar la existencia de Dios, y de
alguna manera nos remite a San Agustín porque frente al insensato
pretende la vuelta a uno mismo, a la interioridad.
De
la prueba anselniana deriva que Dios es un ser perfecto y todo lo
demás apenas es (sujeto al devenir, al espacio, tiempo, contingente
y perecedero). En Dios está todo lo bueno y debe ser admitida su
unicidad, ya que es auténtica unicidad y en él no hay partes. En
Dios no estálo justo ni lo bello, sino que es la justicia y la
belleza (idea platónica del bien).
Toda
cosa tiene su ser por Dios y todo ha sido creado por él de la
absoluta nada. El mundo ha sido creado racionalmente por Dios, así
habría en él una idea previa de todo, pero Dios crea sin materia y
sus modelos no se basan en nada, sino que Dios se expresa en las
formas lo mismo que el artista en las obras. Las creación es una
actividad continuada, Dios conserva las partes y hay que admitir la
libertad del hombre. Dios quiere que sea así.
La
voluntad es libre de coacciones internas y externas; la libertad no
puede ser definida como la elección entre pecar o no, porque
tendríamos que concluir que Dios y los ángeles no son libres, ya
que no pecan.
El
primer hombre ha recibido de Dios la rectitud y la justicia, que no
ha conservado ya que el hombre lo pierde al pecar. Pero lo que no
pierde es la libertad, sigue teniendo la capacidad positiva de
conservar la justicia original por la propia justicia, y no por otros
fines ajenos. Es incapaz de obrar correctamente sin ayuda de la
gracia divina y así, une San Anselmo la libertad con la gracia
divina.
La
libertad humana está condicionada por la posesión de la justicia
que sólo puede venir de Dios. San Anselmo defiende la predestinación
y la presciencia; Dios sabe desde siempre que el hombre actúa
libremente. Estos atributos de Dios no chocan con la libertad del
hombre porque Dios sabe siempre lo que va a hacer el hombre, sabe
quién pecará o no sin necesidad, y los de buena voluntad serán
salvados. El mal va ligado al cuerpo, a lo material, como en San
Agustín.
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