El
vitalismo, como otro movimiento paralelo, se inicia en el siglo XX en
el existencialismo de Kierkegaard, pero vitalismo y existencialismo
son cosas diferentes.
El
vitalismo arranca de Kant, Schopenhauer acepta la filosofía
kantiana considerando que no se puede volver atrás de Kant, por lo
que critica a Schelling, Fichte o Hegel. Schopenhauer vuelve a
retomar a Kant admitiendo la distinción entre noúmeno y fenómeno,
pero viendo al noúmeno como algo negativo. El noúmeno no es algo
cerrado para la filosofía. Schopenhauer dice que existe el mundo
como representación objetiva o psicológica. El mundo nouménico es
la voluntad, está en el mundo de las ideas psicológicas, mundo de
Fichte. Así, Schopenhauer distingue otro mundo inconsciente, un
mundo al que podemos tener acceso a través del inconsciente.
En
Schopenhauer encontramos una polémica importante: la de Pascal y
Descartes. Afirma que “el corazón tiene razones que la razón no
entiende”, pues supone que hay una lógica de la razón diferente a
la del corazón. Para Descartes, el mundo de las pasiones era
irracional. Sin embargo, Schopenhauer insiste en que la lógica de la
pasión es diferente a la de la razón, y recoge esto de Pascal,
descubriendo un nuevo terreno. Así, Schopenhauer entiende el mundo
como voluntad y como representación, el mundo fenoménico no es el
de la verdad, que será el nouménico, mundo de la voluntad o mundo
de la vida. Descubre que la filosofía ha tratado al ser humano como
consciente material, pero no como seres vivos aislados con los que
compartimos conductas. Los sujetos humanos, como los organismos
biológicos (especie humana) vienen del mundo. La idea de
Schopenhauer del individuo tomado como un animal, tomada en serio,
pasará luego a Nietzsche: lo humano propiamente dicho es escapar al
determinismo biológico.
La
explicación de la vida de Schopenhauer va unida a la especie, los
individuos soportan el hecho de que, cuando se reproducen, la vida se
acaba. Esta es la tradición del vitalismo, que ya se vería con
Pascal. Pero Schopenhauer será quien ponga estas ideas en
funcionamiento.
La
relevancia del vitalismo es desarrollar una filosofía literaria.
Schopenhauer era un gran escritor, al igual que Nietzsche y Ortega.
Al hablar de metafísica en Schopenhauer, no se admite una metafísica
prekantiana, sino que lo que plantea es que la filosofía siempre
hace una reflexión sobre los fundamentos últimos; y, si se trata de
buscar más allá, hablamos de meta-física o conocimiento
meta-científico. En este sentido, metafísica no tiene el mismo
sentido que en Aristóteles, pues el vitalismo elude los
planteamientos ontológicos. Esto es, Schopenhauer no renuncia a la
filosofía, pero sí al problema filosófico. Nietzsche, como
seguidor de Schopenhauer o Von Hermann, sigue en esta línea.
Nietzsche es discípulo de Schopenhauer, aunque en algunos puntos le
supera.
Esta
filosofía de la segunda mitad del siglo XIX, que estaba más en la
línea de los neokantianos, no la encontramos en la universidad de la
época, sino en los artistas, en los románticos, etc. Esta corriente
filosófica tuvo una gran importancia en los autores españoles de la
Generación del 98, como Unamuno, que se convirtieron en traductores
de Schopenhauer o Nietzsche. El vitalismo entró mejor en España que
la Ilustración, aquí la filosofía vitalista cuajó en la cultura
hispánica, y la tradición vitalista en España tiene mucha más
importancia que el marxismo o el positivismo. El vitalismo influyó y
produjo unos pensadores que crearon una filosofía que se pone a la
altura de los alemanes, como por ejemplo Ortega frente a Heidegger.
Así, la tradición vitalista que se inicia con Schopenhauer o
Nietzsche arraiga realmente en España, donde la clase alta imita al
pueblo. La Ilustración, en otros países, no haría esto. El pueblo,
en Goya, era tan creativo que hacía que las clases altas lo imitara,
de aquí la diferencia con Francia o Inglaterra.
El
krausismo se puso de moda en España, es una especie de copia de
Schelling, que era el autor más cercano a posiciones vitalistas.
Baroja es también un vitalista seguidor de Schopenhauer. La
filosofía de Schopenhauer era tabú, así como también llaman nazi
a Nietzsche, eran autores prohibidos, y hasta ahora no descubrimos la
importancia de Ortega. La generación de G. Bueno, con la dictadura,
sólo podía ser marxista o positivista. Por ejemplo, Bueno tenía
pánico a Schopenhauer o Nietzsche, no fuera que se le acusara de
nazi.
El
vitalismo, como el estoicismo antiguo, plantea una filosofía nueva.
Con los cambios del siglo XX, se produce un cambio en la época de M.
Scheller y Ortega (raciovitalismo), ambos influidos por Nietzsche y
que recogen la tradición vitalista. M. Scheller se basa en el
vitalismo y en Heidegger, pero va más hacia la rama existencialista,
mezcla la fenomenología con el existencialismo. El existencialismo
en el siglo XX deja de ser una posición literaria. La similitud de
Ortega con el vitalismo o existencialismo, se compara con corrientes
de la Antigüedad, con la existente entre estoicos y epicúreos,
aunque estaban en cierto modo enfrentados. Estos hacen una
fundamentación antropológica de la filosofía, el sujeto humano
como ser a la mano, no como generación, sino como homínido en el
mundo preocupado y ser para la muerte. Ortega critica el
existencialismo y se opone a Unamuno, porque el supuesto de la
filosofía no es la existencia, sino la coexistencia de un sujeto con
un medio, esto es el vitalismo; se trata de un sujeto como ser con el
mundo, no en el mundo. Alguien que esté comparando esto nos
remitiría a Schelling (sujeto-objeto/identidad), es decir, el sujeto
en el mundo con el mundo, sujeto biológico que tiene un medio. El
existencialismo sí se desarrolló en la época de Heidegger. Pero
existencialismo y vitalismo son similares, para el positivismo y el
marxismo serían algo irracional. Este es uno de los motivos por los
que el existencialismo y el vitalismo no arrancan en Inglaterra o
Francia, sino en España con Unamuno y Ortega respectivamente. El
vitalismo está, así, más abierto y suele seguir haciéndose mejor
que el existencialismo.
El
vitalismo tiene un esquema, un sistema, que está aún por
desarrollar. Ortega pone las bases del raciovitalismo, pero no lo
desarrolla; y, si lo hubiera desarrollado positivamente, lo hubiese
hecho mal. Ortega es como Descartes, que tenía una visión
fundamental, pero no un método; es decir, Ortega tiene una
filosofía, pero no la desarrolla porque necesitaba un método nuevo.
El vitalismo es una corriente con un periodo: primero tenemos a
Schopenhauer, Nietzsche y Bergson, es un vitalismo más potente, y
después Ortega plantea un segundo momento de este movimiento que no
llegó a desarrollar, que está aún por desarrollar. Ortega reforma
el vitalismo, lo llama raciovitalismo. En el existencialismo sí se
hizo este desarrollo, con Kierkegaard o Heidegger y M. Scheller.
La
crítica ecologista actual tiene mucho que ver con el vitalismo, que
aún tiene mucho que decir en el siglo XXI: somos hijos de la tierra,
y si se agota la tierra ¿qué se hará? La ciencia depende de la
tierra para observar la vida. La especie humana, en definitiva, es
una especie animal, y el vitalismo ve esto.
Pondremos
a Schopenhauer como primera figura del vitalismo, pues es el
iniciador de esta corriente filosófica, de gran importancia en los
últimos años. La figura de Schopenhauer es muy polémica en lo
personal, pero hay que diferenciar su obra de su persona. Nietzsche
seguirá plenamente a Schopenhauer, aunque con algunas
modificaciones. La diferencia o ventaja de Schopenhauer con respecto
a Feuerbach o Comte es que el primero parte de Kant, no se remite a
teorías anteriores, prekantianas. Shopenhauer parte de la filosofía
de Kant y considera la distinción noúmeno/fenómeno
reinterpretándola.
Lo
que había hecho Kant en Europa es como hacer una operación de
cataratas a un ciego: el mundo fenoménico no es el único existente.
Para Kant, el mundo nouménico es inaccesible a la pura conciencia,
pero tenemos acceso a él por otra vía, por lo inconsciente, por la
voluntad. Así, se entiende lo nouménico como algo positivo, algo a
lo que tenemos acceso por el inconsciente, por la voluntad. Para
Schopenhauer, el problema en Kant es que éste dudaba sobre este
mundo. En la segunda edición, Kant se aleja más del noúmeno como
algo positivo, y esto es algo que ve Schopenhauer, quien interpreta
mejor la segunda edición. Tenemos acceso al noúmeno por una
intuición irracional de las pasiones, los instintos, lo que llamará
mundo de la voluntad, de la vida, que es la última realidad a la que
tenemos acceso. Esto es una superación del idealismo, donde se
elimina al noúmeno.
La
filosofía anterior creía que podría explicar toda la realidad.
Shopenhauer dice que, para explicar el mundo de las representaciones,
hay que ir más allá de la conciencia, es decir, la vida a la que no
llega Fichte. Por ello, estaría más en el lado de Schelling.
Schopenhauer ve el mundo como representación, como mundo de la vida,
del inconsciente, o mundo de la voluntad, que él considera ciego, no
es consciente. Esta crítica al idealismo se debe a que éste sólo
ve una parte de la realidad del mundo. La raíz de las
representaciones está en el inconsciente, y esto ya lo ve Fichte.
Para Schopenhauer, la superación de Fichte y Kant es la concepción
del mundo como idea y realidad. Sin embargo, el idealismo sólo
reconoce el mundo como idea, mientras que Schopenhauer va al mundo de
la vida, y afirma que no podemos ir más allá de la vida.
Para
Schopenhauer, la voluntad es “lo sin fundamento”, no podemos ir
más allá. Esto ya había sido introducido por Schelling como “lo
sin razón”, por eso llaman al vitalismo irracional: es un
antirracionalismo. El fundamento de todo, para Schopenhauer, es la
vida, por eso no se puede dar razón de ella; y el principio que rige
toda vida es la producción de más vida, y esto es puramente
racional. La vida no está ordenada, no tiene un fin, sino que los
sujetos humanos son instrumentos de una fuerza ciega. Así, se va
contra el modelo clásico griego. La moralidad es caótica, la vida
es una producción caótica, y los individuos están sometidos a la
especie, están sometidos a pasiones que desconocen y que rigen la
vida. Los deseos, que rigen la vida, son los que constituyen a la
especie humana, sobre todo el deseo sexual, ya que favorece la
especie, y esto lleva a una lucha con el otro. Schopenhauer muestra
la idea de individuo como sujeto que asume que la vida que existe es
esta, y ve la muerte como liberación.
Shopenhauer
se inspira en los objetos religiosos de la India, el nirvana. Abre
una vía realista a la vida, que es la única que se vive, no como en
el caso del cristiano, sino más bien como el ser hijos de la tierra
de Nietzsche. De este modo, la temporalidad de la existencia está ya
en Schopenhauer, quien también afirma que las leyes que rigen esta
voluntad están regidas por el dolor. Así, la vida oscila entre dos
extremos, el de la necesidad y el del dolor. Para él, ante la vida
cabe una salida, que es neutralizar la vida o voluntad, que es el
egoísmo, que hace luchar a unos con otros. Por ejemplo, el budismo
pone el acento en la compasión, a modo de estrategia para romper el
egoísmo. Se trata de un antídoto contra el dolor de la existencia.
Schopenhauer, como demuestra, es enemigo de las religiones
monoteístas occidentales. Pero, admite, sin embargo, algunas
corrientes como el ascetismo o el anacoretismo como represión de la
voluntad que consigue cierta liberación. Para Schopenhauer, la
filosofía debe proporcionar la ataraxia, por lo que recupera el
sentido estoico y epicúreo de la filosofía. Esto es, la ética del
autodominio y la liberación del dolor de la existencia por la
filosofía, a través del conocimiento.
Es
más, el arte, la contemplación estética, es algo desinteresado,
por lo que la filosofía debe tomar esta contemplación del arte. La
filosofía es un intento, un saber que accede a ver el mundo como es.
Por el contrario, la ciencia no nos da el mundo como es, y esto es
algo que ya subraya Bergson. La ciencia intenta dominar las fuerzas
de la naturaleza, mientras que la filosofía no. La filosofía debe
ver qué es lo que hay en la realidad en sí, no debe darse, como en
ciencia, un conocimiento interesado, sino que debe dar una
contemplación desinteresada como el arte. Así, el artista y el
filósofo se emparentan como conocedores de la verdadera realidad.
Schopenhauer
diseñó la estrategia de la filosofía como conocimiento supremo
ejemplificado en el arte y en la ética. El vitalismo sería la
continuación filosófica de lo captado por las religiones
orientales.
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